el autoengaño
La vida es un continuo devenir de sensaciones, emociones, momentos trágicos y gloriosos al mismo tiempo e incluso a veces todos ellos en un solo momento. Cuando somos jóvenes, nuestra mente cree dominar el universo, nos inventamos ser los conocedores de TODO cuanto nos rodea e incluso seguimos trabajando, aun cuando no seamos conscientes de ello, pensando que somos el centro del universo, que lo somos, sin duda, pero de “nuestro” universo indivisible y perteneciente a “otros” mucho más grandes dimensionalmente que no por ello poderosos.
En esas situaciones siempre aparece de nuevo la dualidad d la mente, aceptamos lo bueno, como lo positivo, aquello que nos ayuda a crecer y lo negativo como algo que, como la basura debe ser despreciada, repudiada y, en definitiva destruido. Sin embargo, OH curioso, cuando algo malo sucede y conseguimos, después de nuestra denodada lucha entender que aquello malo tiene su enseñanza, ésa, precisamente esa es la que no se nos olvidará nunca de nuestras mentes, aquellas mentes ilusorias.
Es fácil pensar qué guapo soy, o como dicen los chicos ahora
"Soy guay, soy listo… soy lo nunca visto”
Y seguramente es cierto. Lo tremendo es cuando aquello guay y listo no lo es tanto nos empezamos a meter en una espiral sin fondo que lejos de ir hacia arriba y hacia nuestro crecimiento va, en alguna medida a nuestra destrucción. Esto que manifiesto ahora, que parece una verdad de Perogrullo en ocasiones no lo es tanto ya que nuestra mente, que es la que nos controla y no al revés, siempre tiene una tendencia a echar “problemas fuera”, la culpa siempre la tiene el otro. El gobierno es malo –conmigo -, el profesor es un inútil – conmigo -, el Sifu no me enseña como debe – conmigo -, el patrón es… o la inversa yo no he hecho, yo no he dicho, yo no merezco esto, yo no tengo por qué soportar… yo mi me y conmigo, es el pronombre personal que mejor nos conocemos porque es entre otras cosas, eso, nuestro.
Pero ¿y si no hay culpa, ni culpable? ¿Y si nos forjamos unas metas que olvidamos y cambiamos cual veleta… y ahora no sabemos como enmendarlo? ¿Y si todo es fruto de t, y ahora no digo yo sino tú, mente para contigo, no digo conmigo? En este punto del texto uno empieza a pensar ¿qué dice? Este tío está imbécil… sí, efectivamente, lo estuve hasta que comprendí justo esta parte, que no hay dos realidades yo y los demás, con el yo en primer término. Que si no estás bien y algo te sienta mal o te revuelve, siéntelo, respirado y suéltalo, déjalo estar donde siempre estuvo y ahí fluye con él…
Una vez, en un retiro de meditación una amiga le sucedió algo similar en una práctica de meditación. No dijo nada, sencillamente cogió una manta y se fue al bosque, sola, a pensar sencillamente, a respirar-se y dejar fluir aquello que tenía que comerse consigo misma, cuando pasaron 2 3 días volvió, silencio, paz, nadie dijo nada, todo sencillamente volvió a fluir. Es más fácil gritar, chillar y bronquear a quien sea, da lo mismo. Lo valioso es re-conocerse autoculpable de aquello y sentirse autoengañado y cuando esto, esto, verdaderamente lo sientes es posible que hasta tú te rías de ti mismo más de una vez.
El autoengaño es la forma que tiene nuestra pobre mente de creerse un “mundo feliz” en las infelicidades. Y da igual lo que hagas, digas, piensas o seas, al final, seguirás siendo lo que siempre has sido, nada más ¿el que? Ah, yo no engaño tú lo sabrás cuando estés listo para abrir los ojos… del corazón.
No es fácil, no lo es, no es posible, sí o es, yo lo hice, y ello indica que se puede hacer y con poco esfuerzo físico… y mucho de sentimiento… ahora la cosa es tu-ya
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